CÓMO SABER SI ESTAMOS AL BORDE DEL ESTRÉS
"Debido a la
reorganización por la que estaban pasando en su oficina, los cambios que se
habían producido dentro de su equipo y a
pesar de que faltaban dos de sus compañeros, las tareas no sólo no eran las
mismas sino que tenían que hacer frente a las actividades de las personas
ausentes, Mario, estaba con dolores
musculares, pasaba de tener falta de apetito a tener días en los que su hambre
era insaciable, a la hora de dormir, le costaba conciliar el sueño, no
descansaba muy bien y se sentía agotado y aturdido, ya constantemente. Al principio
ignoraba estos síntomas, pues creía que pasarían, ya que el siempre había
llegado a todo y todo lo veía como un reto para él… pero, cuando finalmente
comenzó a volverse cada vez más irascible e irritable su familia, su mujer, le
insistió en que acudiera al médico…”
El estrés
causado por el trabajo es una amenaza latente para la salud del empleado y como
consecuencia, para la salud de las organizaciones.
Por lo que
pretendemos, por medio de este artículo que tengas nociones para identificar un cuadro de estrés y así
darle tratamiento de inmediato.
El estrés lo definiríamos como “un estado
de fatiga física y psicológica” provocada por múltiples factores, entre ellos,
laborales, sociales, personales y emocionales. El estresor es el agente o elemento
que atenta contra el equilibrio u homeostasis del organismo y desencadena la
respuesta de estrés que en numerosas ocasiones suele ser la “huida”. Cualquier
estímulo interno (pensamientos, emociones), o externo (ruidos, presiones),
que provoque una necesidad de cambio o reajuste, puede
convertirse en un estresor.
En concreto el
estrés en el trabajo puede definirse
como las nocivas reacciones físicas y emocionales que ocurren cuando las
exigencias del trabajo no igualan las capacidades, los recursos o las
necesidades del trabajador. El estrés en el trabajo puede llevar a la mala
salud.
A pesar de su
“amenaza para la salud”, el estrés en su definición no es una patología. Las
respuestas de estrés implican un aumento
en la activación orgánica y psicológica para mejorar la percepción de la situación,
para procesar más rápido la información
y para buscar soluciones y conductas
para actuar de forma eficaz. Pero el problema llega cuando la respuesta de
estrés es excesivamente frecuente, duradera o intensa y exige que el organismo mantenga un ritmo constante de activación por encima de sus
posibilidades, pudiendo tener consecuencias
negativas y producir deterioros.
Frecuentes alteraciones
en la salud física y mental, en el rendimiento laboral, escolar, funcionamiento
social y en las relaciones personales, son algunos de los problemas que pueden
producirse por exceso de estrés, de ahí la importancia de conocer y combatir
este fenómeno.
Así es
adecuado que aprendamos a identificar si nuestro estrés es positivo para
nosotros, llamado Eustrés (respuesta de defensa adaptativa, y
beneficiosa para la salud) o por el contrario se ha convertido en estrés negativo llamado Distrés, ante el que debemos de prestar
atención, para prevenir el desarrollo del mismo y lograr que no nos afecte a
nuestro contexto personal, familiar y laboral. Ya que en el rendimiento se ve
perjudicado cuando se somete a la
persona a Distrés por exceso o por defecto de activación.
Otra
característica a tener en cuenta será su duración e intensidad ya que este
“desmoronamiento” por estrés puede ser reversible o, por el contrario, tener
efectos perjudiciales sobre el individuo,
causando, en un primer momento, diversos síntomas a nivel físico y mental que
conllevarán a medio o largo plazo daños más o menos severos sobre su salud.
Un ejemplo de esto sería, una persona que realiza un
esfuerzo intenso durante un tiempo para conseguir una plaza mediante una oposición,
después realizar los exámenes se encontrará extenuado pero podrá recuperarse en
un tiempo relativamente breve. Esta persona no ha agotado todos sus recursos.
Por otro lado, un ejecutivo que lleva años trabajando una
media de 12 horas diarias, a un ritmo muy alto, es posible que con el tiempo
acabe sufriendo un infarto o una fuerte depresión cuando ya no sea capaz de
trabajar a este ritmo por haber agotado todos sus recursos, habiendo colapsado
su mente y cuerpo por completo.
Aquí
describiremos las señales iniciales a las que hemos de prestar atención porque
pueden dar lugar a un cuadro de Distrés, para así poderlas prevenir:
- Agotamiento físico y/o emocional, nuestro cuerpo se siente cansado y dolorido sin justificación. Hay dificultades para concentrarse y para proyectar el pensamiento a corto plazo (y por tanto a medio y largo plazo respectivamente) podríamos decir que la mente se siente “colapsada”. Uno comienza a sentirse más nervioso e irascible y aparece un sentimiento de impotencia (indefensión aprendida), como si no controláramos la realidad y no estuviera en nuestra mano reaccionar frente a ella.
- Alejamiento (se denomina despersonalización). Uno se siente alejado y distanciado de su trabajo, de su entorno, de su familia y distanciado de uno mismo. Aparece la indiferencia y el desinterés en las acciones que se realizan y la ejecución de acciones que un momento dado producían satisfacción, dejan de ser placenteras.
- Insatisfacción. Ante un incipiente cuadro de estrés uno comienza a sentir que ha perdido sus metas y objetivos. Al no tener en vista la meta a la que llegar, las actividades que uno ejecuta en su entorno laboral pierden sentido y a su vez disminuye notablemente la motivación para alcanzarla. Aparece en cuadros más severos las sensaciones de insatisfacción y hasta de fracaso laboral y personal.
En cuanto a
los síntomas físicos (nivel
corporal) y psicosomáticos notaremos: fatiga, malestares gástricos (acidez,
pesadez, úlceras, etc.) cefaleas, tensión y dolores musculares,
hiperventilación y dificultad para conciliar el sueño.
Entre los síntomas conductuales, se puede dar conductas impulsivas y temerarias, tendencia a
adicción, sustancias psicoestimulantes, tabaco, alcohol (incluso al trabajo si
el estresor no se encuentra en dicho entorno), disminuyendo el tiempo de ocio,
familiar y social.
Por su parte los síntomas de carácter emocional
incluyen cambios repentinos de humor, la irritabilidad, la agresividad, la
falta de concentración y de interés, la dificultad para relajarse, incluida la
dificultad para mantener un descanso adecuado.
Ante la
presencia de estos síntomas, es adecuado consultar a un profesional de la salud
mental, para lograr evitar que se agrave el cuadro de estrés.
Bien es verdad
que ante las situaciones laborales influye en gran medida la forma en que cada persona evalúa la
situación como “estresante”, pero hay determinados factores laborales que pueden incrementar los síntomas.
Desde la Fundación Internacional O´Belén os queremos transmitir algunas sugerencias que el entorno laboral puede implementar para reducir el estrés y tener en cuenta a sus trabajadores, ofreciendo soluciones para todos:
- Siempre que sea posible, la mejor alternativa es apartarse del medio estresante, o modificar el medio a las características y necesidades del individuo.
- Solucionar problemas reales en su contexto natural (hogar, trabajo, etc.),
- Mejorar el entorno ambiental, el empleado puede intentar variar las tareas, gestionar correctamente las pausas, generando mayor confort, etc.
- Programar acercamientos progresivos a cambios estresantes ( definir itinerarios laborales, revisar objetivos difusos, comunicarse de forma directa sin utilizar un lenguaje indirecto).
- Racionalizar y humanizar los procedimientos de evaluación (personalizarlos, evaluar competencias y necesidades laborales).
- Definir las tareas, responsabilidades y funciones de forma clara.
- Dar toda la información relativa al trabajo a ejecutar, canales de comunicación existentes, colaboración y accesibilidad.
- Potenciar la interacción social entre los propios trabajadores.
- Ofrecer recursos a los trabajadores necesarios para conseguir los objetivos propuestos.
- Potenciar la autoestima laboral reforzando la motivación en este caso externa para favorecer la motivación intrínseca del empleado y así logre de nuevo la autogestión.
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