jueves, 28 de febrero de 2013



CÓMO SABER SI ESTAMOS AL BORDE DEL ESTRÉS



"Debido a la reorganización por la que estaban pasando en su oficina, los cambios que se habían producido dentro de su equipo y  a pesar de que faltaban dos de sus compañeros, las tareas no sólo no eran las mismas sino que tenían que hacer frente a las actividades de las personas ausentes, Mario, estaba con dolores musculares, pasaba de tener falta de apetito a tener días en los que su hambre era insaciable, a la hora de dormir, le costaba conciliar el sueño, no descansaba muy bien y se sentía agotado y aturdido, ya constantemente. Al principio ignoraba estos síntomas, pues creía que pasarían, ya que el siempre había llegado  a todo y todo lo veía como un reto para él… pero, cuando finalmente comenzó a volverse cada vez más irascible e irritable su familia, su mujer, le insistió en que acudiera al médico…”




El estrés causado por el trabajo es una amenaza latente para la salud del empleado y como consecuencia, para la salud de las organizaciones.

Por lo que pretendemos, por medio de este artículo que tengas nociones para identificar un cuadro de estrés y así darle tratamiento de inmediato.

El estrés lo definiríamos como “un estado de fatiga física y psicológica” provocada por múltiples factores, entre ellos, laborales, sociales, personales y emocionales. El estresor es el agente o elemento que atenta contra el equilibrio u homeostasis del organismo y desencadena la respuesta de estrés que en numerosas ocasiones suele ser la “huida”. Cualquier estímulo interno (pensamientos, emociones), o externo (ruidos, presiones), que  provoque  una necesidad de cambio o reajuste, puede convertirse en un estresor.

En concreto el estrés en el trabajo puede definirse como las nocivas reacciones físicas y emocionales que ocurren cuando las exigencias del trabajo no igualan las capacidades, los recursos o las necesidades del trabajador. El estrés en el trabajo puede llevar a la mala salud.

A pesar de su “amenaza para la salud”, el estrés en su definición no es una patología. Las respuestas de estrés implican un aumento  en la activación orgánica y psicológica para  mejorar la percepción de la situación, para  procesar más rápido la información y para  buscar soluciones y conductas para actuar de forma eficaz. Pero el problema llega cuando la respuesta de estrés es excesivamente frecuente, duradera o intensa y  exige que el organismo mantenga un ritmo  constante de activación por encima de sus posibilidades, pudiendo tener consecuencias  negativas y producir deterioros.
Frecuentes alteraciones en la salud física y mental, en el rendimiento laboral, escolar, funcionamiento social y en las relaciones personales, son algunos de los problemas que pueden producirse por exceso de estrés, de ahí la importancia de conocer y combatir este fenómeno.

Así es adecuado que aprendamos a identificar si nuestro estrés es positivo para nosotros, llamado Eustrés (respuesta de defensa adaptativa, y beneficiosa para la salud) o por el contrario se ha convertido en estrés negativo llamado Distrés, ante el que debemos de prestar atención, para prevenir el desarrollo del mismo y lograr que no nos afecte a nuestro contexto personal, familiar y laboral. Ya que en el rendimiento se ve perjudicado cuando se  somete a la persona a Distrés por exceso o por defecto de activación.


Otra característica a tener en cuenta será su duración e intensidad ya que este “desmoronamiento” por estrés puede ser reversible o, por el contrario, tener efectos perjudiciales sobre el  individuo, causando, en un primer momento, diversos síntomas a nivel físico y mental que conllevarán a medio o largo plazo daños más o menos severos sobre su salud.

Un ejemplo de esto sería, una persona que realiza un esfuerzo intenso durante un tiempo para conseguir una plaza mediante una oposición, después realizar los exámenes se encontrará extenuado pero podrá recuperarse en un tiempo relativamente breve. Esta persona no ha agotado todos sus recursos.

Por otro lado, un ejecutivo que lleva años trabajando una media de 12 horas diarias, a un ritmo muy alto, es posible que con el tiempo acabe sufriendo un infarto o una fuerte depresión cuando ya no sea capaz de trabajar a este ritmo por haber agotado todos sus recursos, habiendo colapsado su mente y cuerpo por completo.

 Aquí describiremos las señales iniciales a las que hemos de prestar atención porque pueden dar lugar a un cuadro de Distrés, para así poderlas prevenir:
       
  • Agotamiento físico y/o emocional, nuestro cuerpo se siente cansado y dolorido sin justificación. Hay dificultades para concentrarse y para proyectar el pensamiento a corto plazo (y por tanto a medio y largo plazo respectivamente) podríamos decir que la mente se siente “colapsada”. Uno comienza a sentirse más nervioso e irascible y aparece un sentimiento de impotencia (indefensión aprendida), como si no controláramos la realidad y no estuviera en nuestra mano reaccionar frente a ella. 
  • Alejamiento (se denomina despersonalización). Uno se siente alejado y distanciado de su trabajo, de su entorno, de su familia y distanciado de uno mismo. Aparece la indiferencia y el desinterés en las acciones que se realizan y  la ejecución de acciones que un momento dado producían satisfacción, dejan de ser placenteras.
  • Insatisfacción. Ante un incipiente cuadro de estrés uno comienza a sentir que ha perdido sus metas y objetivos. Al no tener en vista la meta a la que llegar, las actividades que uno ejecuta en su entorno laboral pierden sentido y a su vez disminuye notablemente la motivación para alcanzarla. Aparece en cuadros más severos las sensaciones de insatisfacción y hasta de fracaso laboral y personal.

En cuanto a los síntomas físicos (nivel corporal) y psicosomáticos notaremos: fatiga, malestares gástricos (acidez, pesadez, úlceras, etc.) cefaleas, tensión y dolores musculares, hiperventilación y dificultad para conciliar el sueño.

Entre los síntomas conductuales, se puede dar  conductas impulsivas y temerarias, tendencia a adicción, sustancias psicoestimulantes, tabaco, alcohol (incluso al trabajo si el estresor no se encuentra en dicho entorno), disminuyendo el tiempo de ocio, familiar y social.

Por su parte los síntomas de carácter emocional incluyen cambios repentinos de humor, la irritabilidad, la agresividad, la falta de concentración y de interés, la dificultad para relajarse, incluida la dificultad para mantener un descanso adecuado.

Ante la presencia de estos síntomas, es adecuado consultar a un profesional de la salud mental, para lograr evitar que se agrave el cuadro de estrés.

Bien es verdad que ante las situaciones laborales influye en gran medida  la forma en que cada persona evalúa la situación como “estresante”, pero hay determinados factores laborales que  pueden incrementar los síntomas.

Desde la Fundación Internacional O´Belén os queremos transmitir algunas sugerencias que el entorno laboral puede implementar para reducir el estrés y tener en cuenta a sus trabajadores, ofreciendo soluciones para todos: 
  • Siempre que sea posible, la mejor alternativa es apartarse del medio estresante, o modificar el medio a las características y necesidades del individuo.
  • Solucionar problemas reales en su contexto natural (hogar, trabajo, etc.),
  • Mejorar el entorno ambiental, el empleado puede intentar variar las tareas, gestionar correctamente las pausas, generando mayor confort, etc.
  • Programar acercamientos progresivos a cambios estresantes ( definir itinerarios laborales, revisar objetivos difusos, comunicarse de forma directa sin utilizar un lenguaje indirecto).
  • Racionalizar y humanizar los procedimientos de evaluación (personalizarlos, evaluar competencias y necesidades laborales).
  • Definir las tareas, responsabilidades y funciones de forma clara.
  • Dar toda la información relativa al trabajo a ejecutar, canales de comunicación existentes, colaboración y accesibilidad.
  • Potenciar la interacción social entre los propios trabajadores.
  • Ofrecer recursos a los trabajadores necesarios para conseguir los objetivos propuestos.
  •  Potenciar la autoestima laboral reforzando la motivación en este caso externa para favorecer la motivación intrínseca del empleado y así logre de nuevo la autogestión.


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