La incapacidad para
dejar de pensar en el trabajo durante el tiempo de ocio puede ser un importante
vínculo en la relación entre el estrés laboral y el sueño.
El trabajo ocupa un papel fundamental en la salud y bienestar de los
ciudadanos. En la actualidad, casi todas las instituciones orientadas a la
protección de la salud de los trabajadores se preocupan significativamente por
el estudio de los factores psicosociales en el entorno laboral. El Instituto
Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo los define como "aquellas
condiciones que se encuentran presentes en una situación laboral y que están
directamente relacionadas con la organización, el contenido del trabajo y la
realización de la tarea, y que tienen capacidad para afectar tanto al bienestar
o a la salud (física, psíquica o social) del trabajador como al desarrollo del
trabajo.
Desde la Fundación Internacional O’Belén queremos hacernos eco de que el día 20 celebramos " el día mundial del sueño" y la importancia que tiene un descanso adecuado para nuestras vidas. Por ello queremos mostraros los
resultados obtenidos en diferentes investigaciones que han demostrado que los riesgos psicosociales y los hábitos de sueño tienen una repercusión directa sobre distintos aspectos laborales como el incremento
de la accidentabilidad, el aumento del absentismo, el deterioro del
rendimiento, así como efectos negativos sobre la salud física y psicológica de los trabajadores.
La forma en la que los trabajadores perciben los riesgos psicosociales en
sus puestos de trabajo es un aspecto clave que determina la aparición de estrés
y sus efectos inmediatos sobre la salud. En concreto, una de estas
consecuencias es la alteración del sueño, pieza clave en la salud física y
psicológica de los trabajadores.
Aspectos como la calidad y cantidad de sueño, los patrones de descanso y
los hábitos de sueño, así como la percepción subjetiva que tienen los
individuos de su sueño, determinan en gran medida la salud y el bienestar
general.
En la sociedad actual, estos parámetros del sueño están modulados, entre
otros, por las demandas laborales.
Diferentes estudios encuentran que las personas sometidas a situaciones que
producen tensión laboral muestran cambios en índices biológicos de estrés, como
el cortisol o en parámetros cardiovasculares, que son indicativos de un estado
de hiperactivación fisiológica, dicha activación afecta a la calidad del sueño.
El sueño es mucho más
que un placer: es una necesidad para nuestro bienestar, en todos los planos de
nuestra vida.
Akerstedt (2002) analiza la relación entre distintos factores con el estrés
laboral y la presencia de alteraciones del sueño. Sus resultados indican que la
existencia de las altas demandas laborales, bajo apoyo social y carga física en
el trabajo, está asociada con alteraciones del sueño. Los autores señalan que la incapacidad para dejar de pensar en el
trabajo durante el tiempo de ocio puede ser un importante vínculo en la
relación entre el estrés laboral y el sueño.
Posteriores investigaciones encuentran que la calidad y la alteración de sueño es un predictor de la carga mental
en el trabajo, a diferencia de otros factores, que también son
significativos, como las demandas laborales, el bajo apoyo social, el género
femenino o la falta de ejercicio.
El objetivo del presente estudio es analizar las relaciones existentes
entre los hábitos de sueño (calidad de sueño, estabilidad en los hábitos de
sueño y somnolencia por el día) y los riesgos psicosociales que perciben los
trabajadores (apoyo organizacional, nivel de recompensas, control, demandas
cognitivas, desequilibrio demanda-control, desequilibrio demanda-recompensas y
percepción global de riesgo).
En la investigación, participaron 117 trabajadores de diferentes sectores
profesionales a los que se les aplicaron dos cuestionarios uno relacionado con
los factores de Riesgos Picosociales y el otro con Hábitos de Sueño. Los
resultados muestran que la calidad del
sueño y la facilidad para conciliar el sueño interaccionan con aspectos como
apoyo organizacional, que ayuda a mitigar el estrés organizacional y a motivar
a los colaboradores; de igual modo ocurre con que los trabajadores tengan la posibilidad de elegir y determinar
qué tareas realizar, así como los métodos de trabajo, los lugares donde
trabajar y, en general, la capacidad que tienen para intervenir en las
decisiones que afectan al trabajo en sí.
El índice de desequilibrio en la
percepción entre las demandas laborales y las recompensas que los
trabajadores obtienen muestra una
relación negativa con la calidad de sueño, de manera que los trabajadores con menor desequilibrio
entre la demanda laboral y las recompensas recibidas muestran una mejor calidad
de sueño.
Por otra parte, la variable somnolencia mostró una relación con el índice
de desequilibrio demanda-control, así, los
trabajadores con niveles más bajos de somnolencia por el día mostraban un
índice de desequilibrio más bajo, lo que indica un menor riesgo laboral percibido en las personas con menor
somnolencia por el día.
Las relaciones encontradas entre los factores de sueño y los riesgos
psicosociales muestran que los
trabajadores que poseen una mayor calidad de sueño perciben un mayor apoyo
organizacional y un mayor control, es decir, perciben mejor las relaciones
que se establecen con compañeros y superiores y además expresan más
posibilidades en su trabajo para determinar las tareas y los métodos de trabajo,
así como en la toma de decisiones. Además, los trabajadores con mayor
somnolencia por el día perciben un mayor desequilibrio entre las demandas de su
puesto y el control que tienen sobre las mismas.
Los hallazgos de este trabajo suponen un paso para la intervención en los
hábitos de sueño de cara a reducir o aliviar los problemas físicos y
psicológicos generados por la percepción de los riesgos laborales en los
trabajadores. En el sentido inverso, la reducción de la percepción de los
riesgos podrá mejorar los hábitos de sueño.
Fuente: Infocop. Eva Mª Díaz-Ramiro,
Susana Rubio-Valdehita, Lourdes Luceño-Moreno y Jesús Martín-García.Universidad
Complutense de Madrid
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